jueves, 28 de julio de 2011

MEDITERRÁNEO Y ASIA CENTRAL: LAS BISAGRAS DE EURASIA

:::: Tiberio Graziani :::: 10 giugno, 2011 ::::  
La transición desde el sistema unipolar al multipolar es causa de tensiones en dos áreas particulares de la masa eurasiática: el Mediterráneo y Asia Central. El proceso de consolidación del policentrismo parece estar sufriendo un impasse, determinado por la conducta “regionalista” adoptada por las potencias eurasiáticas. La localización de un único e inmenso espacio mediterráneo-centroasiático, como bisagra funcional de la masa euro afroasiática, aportaría elementos operativos para la integración eurasiática.
En el proceso de transición existente entre el momento unipolar y el nuevo sistema policéntrico se observa que las tensiones geopolíticas se descargan principalmente sobre las áreas de fuerte valencia estratégica. Entre éstas, la cuenca del Mediterráneo y Asia Central, verdaderas bisagras de la articulación euroafroasiática, las cuales han adquirido desde el primero de marzo de 2003, un particular interés en el ámbito del análisis geopolítico, referente a las relaciones con los EE.UU., las mayores naciones eurasiáticas y los países del Norte de África. Ese día, como se puede recordar, el parlamento de Turquía, es decir, el parlamento de la nación-puente por excelencia entre las repúblicas centroasiáticas y el Mediterráneo, decidió negar el apoyo solicitado por los EE.UU. para la invasión a Irak (1). Este acontecimiento, lejos de constituir sólo un elemento de negociación entre Washington y Ankara, como podía parecer en un primer momento (y seguro que lo fue también a causa de dos elementos contrastantes: la fidelidad turca hacia el aliado norteamericano y la preocupación de Ankara por las consecuencias que la hipótesis de la creación creación de un Kurdistán, en el ámbito del entonces probable proyecto de tripartición de Irak, habría tenido en la no resuelta “cuestión Kurda”), estableció, sin embargo, el inicio de una inversión de tendencia de la vieja política exterior turca (2). Desde ese momento, con un continuo crescendo hasta nuestros días, Turquía, sobre todo mediante la aproximación hacia Rusia (facilitada por la escasa propensión de la Unión Europea en querer incluir Ankara en su propio ámbito) y su nueva política de buena vecindad, ha intentado practicar una especie de desmarcado, con relación a la tutela estadunidense, siendo, de hecho, una pieza poco confiable  para la penetración norteamericana en la masa eurasiática. Además de los obstáculos representados por Irán y Siria, los estrategas de Washington y del Pentágono, actualmente también tienen que tomar en consideración la nueva y poco maleable Turquía.
El cambio de conducta de parte de Turquía ha ocurrido en el contexto de la más general y compleja transformación del escenario eurasiático, en donde cabe señalar la reafirmación de elementos caracterizadores, como Rusia, en una escala continental y global, el potente auge de China y de India en el ámbito geoeconómico y financiero y, a la par de esto, el empantanamiento militar estadunidense,  en Afganistán e Irak.
La caída del muro de Berlín y el colapso soviético, parecía anunciar como inexorable la avanzada de la “Nación indispensable” hacia el centro de la masa continental eurasiática, siguiendo  dos  directrices estratégicas:
-         La primera, procedente de Europa continental, cuyo propósito es la inclusión, a golpe de “revoluciones coloradas” en la propia esfera de influencia del ex “vecino exterior” soviético, la rápidamente rebautizada “La Nueva Europa”, según la definición de Rumsfeld, y estratégicamente destinada, en el tiempo, a “presionar” Rusia ya en el límite;
-         La otra, está constituida por el largo camino que desde el Mediterráneo se prolonga hacia las nuevas repúblicas centroasiáticas, cuyo propósito es el de cortar en dos la masa euroafroasiática y crear un vulnus geopolítico permanente en el seno de Eurasia, el cual se detuvo, en el lapso de pocos años, en la ciénaga afgana.

Han sido un fracaso los últimos intentos de revoluciones coloradas y agitaciones teledirigidas desde Washington en el Cáucaso y en las Repúblicas centroasiáticas, respectivamente, a causa de la firmeza de Moscú y de la conjunción política eurasiática de China y Rusia, puestas en marcha, entre otras cosas, a través de la organización de la Conferencia de Shanghái (OCS), la Comunidad económica eurasiática y la consolidación de relaciones de amistad y cooperación militar. Los EE.UU., a fines de la primera década del nuevo siglo, han tenido que reformular sus propias estrategias eurasiáticas.

La praxis hegemónica atlántica
La adquisición del paradigma geopolítico, que es propia del sistema occidental bajo el mando americano, articulado en la dicotomía Estados Unidos versus Eurasia y en el concepto de “peligro estratégico”(3), induce a los analistas, que  practican esta disciplina a privilegiar los aspectos críticos de  varias de las  áreas objetivo de los intereses atlánticos. Tales aspectos comúnmente se constituyen por tensiones endógenas, debidas particularmente a problemáticas interétnicas, desequilibrios sociales, falta de homogeneidad religiosa y cultural (4), roces geopolíticos. Las soluciones preparadas contienen un abanico de intervenciones, que abarcan desde el papel de los EE.UU. y de sus aliados en la “reconstrucción” de los “estados fracasados” (Failed States) según modalidades diversas (en cualquier caso, todas  apuntan a la difusión de los “valores occidentales” de  democracia y de la libre iniciativa, sin tener en cuenta la peculiaridad y las tradiciones culturales locales), hasta la intervención militar directa. Ésta última se justifica, según la coyuntura, como una respuesta necesaria para la defensa de los intereses americanos y del llamado orden internacional o bien, en el caso específico de los estados o gobiernos que Occidente ha evaluado, previa y significativamente, de acuerdo con las reglas del soft power, “forajido”, como extremo remedio,  para la defensa de las poblaciones y la salvaguardia de los derechos humanos (5).
Considerando que la perspectiva geopolítica norteamericana es típicamente la de una potencia talásica (Marítima) que interpreta las relaciones con las otras naciones o entidades geopolíticas,  a partir de su propia condición de “isla” (6), ésta identifica la cuenca mediterránea y el área centroasiática,  como dos zonas caracterizadas por una marcada inestabilidad. Las dos áreas formarían parte del ámbito de los así llamados, arcos de inestabilidad, así definidos por Zbigniew Brzezinski. El arco de inestabilidad o de crisis constituye, como ya se sabe, una evolución y una ampliación del concepto geoestratégico del rimland (margen marítimo y costeño) modelado por Nicholas J. Spykman (7). El control del rimland  permitiría, en el contexto del sistema bipolar, el control de la masa eurasiática y, por consiguiente, la contención de la nación más grande, la Unión Soviética, beneficiando únicamente la “isla americana”.
En el nuevo contexto unipolar, la geopolítica norteamericana ha definido como Gran Medio Oriente,  la extensa y ancha faja que desde Marruecos va hasta Asia Central, una extensión que, según Washington, habría que “pacificar,” puesto que constituye un amplio arco de crisis, debido a la conflictividad generada por la falta de homogeneidad  arriba descrita. Este planteamiento, motorizado por los estudios de Samuel Huntington y por los análisis de Zigbniew Brzezinski, explica con claridad,  la praxis seguida por los EE.UU. con el propósito de abrirse una brecha en la masa continental eurasiática y desde allí presionar el espacio ruso para asumir la hegemonía mundial. Sin embargo, algunos factores “imprevistos”, como por ejemplo la “reactivación” de Rusia, la política eurasiática seguida por Putín en Asia Central, los nuevos acuerdos entre Moscú y Pequín, además del auge de la nueva Turquía (factores éstos que, si se relacionan con las relativas y contemporáneas “emancipaciones” de algunos países de Suramérica, trazan un escenario multipolar o policéntrico) han influido en lo que concierne a la redefinición del área, como un Nuevo Medio Oriente. Ésta evolución, emblemáticamente, se dio a conocer oficialmente en el curso de la guerra israelí-libanesa del 2006. En aquella oportunidad, la entonces secretaria de Estado, Condoleezza Rice, afirmó: “No veo  interés de parte de la diplomacia, en querer regresar a la situación anterior entre Israel y Líbano. No pienso que sea un error. Lo que aquí vemos, en  cierto sentido, es el inicio, son los dolores del parto de un nuevo Medio Oriente y cualquier cosa que nosotros hagamos, tenemos que estar seguros que confluya hacia el nuevo Medio Oriente, para no regresar al viejo”(8). La nueva definición era, como es obvio, programática; de hecho, apuntaba hacia la reafirmación del partenaire estratégico con Tel Aviv y a la destrucción – debilitación,  del área cercana y medio oriental, en el marco de lo que algunos días después de la declaración de Condoleezza Rice, el primer ministro israelí, Olmert, precisó ser el “New Orden” en “Medio Oriente”. Igualmente programático era el señalamiento de  “Balcanes eurasiáticos,” acuñado por Brzezinski con relación al área centroasiática, útil a la formulación de una práxis geoestratégica que, a través de la desestabilización de Asia Central, utilizando para ello,  las tensiones endógenas, tenía (y tiene) el objetivo de hacer problemático el potencial enlace geopolítico entre China y Rusia.
En los años, desde el 2006, hasta la operación “Odyssey Dawn,” contra Libia (2011), los EE.UU., a pesar la retórica inaugurada desde el 2009, por el nuevo inquilino de la Casa Blanca, han seguido una estrategia que apunta hacia la militarización de toda la faja de Gaza, desde el Mediterráneo,  hasta Asia Central. En particular, los EE.UU. plantearon, en 2008, el dispositivo militar para África, el Africom, actualmente (marzo 2011) ocupado en la “crisis” Libia, cuyo fin es arraigar la presencia americana en África, y de esta manera lograr el control e intervención inmediata, en el continente africano, pero también tiene como objetivo el “nuevo” Medio Oriente y Asia Central. En síntesis, la estrategia americana consiste en la militarización de la faja mediterránea-centroasiática. Las principales metas son:
a)      La creación de una cuña entre Europa meridional y África septentrional;
b)     Asegurarle a Washington el control militar de África septentrional y del Cercano Oriente (utilizando para ello la base de Camp Bondsteel  presente en Kosovo y Metohija), con particular atención al área constituida  por Turquía, Siria e Irán;
c)      “cortar” en dos la masa eurasiática;
d)     Ampliar el así llamado arco de la crisis en Asia Central.

En el ámbito del primer y del segundo objetivo, el interés de Washington se ha dirigido principalmente hacia Italia y Turquía. Los dos países mediterráneos, por motivos diversos (principalmente por razones de política industrial y energética por lo que concierne Italia, específicamente por razones de carácter geopolítico para Ankara, deseosa de desempeñar un papel regional de primer plano, por otra parte en directa competencia con Israel) en los últimos años han tejido relaciones internacionales que, en perspectiva, ya que las relaciones con Moscú se mantienen estables, podían (y pueden) ofrecer útiles estímulos para una potencial exit strategy turco-italiana de la esfera de influencia norteamericana. El intento objetivo  de Roma y Ankara en querer aumentar los propios niveles de libertad,  en el campo de la batalla internacional, choca  no sólo con los intereses generales de carácter geopolítico de Washington y Londres, sino que también con aquellos de tipo más “provinciales,” como los de la Unión méditerranée  de Sarkozy.

El multipolarismo, entre la perspectiva regionalista y la eurasiática
La práxis ejercida por el sistema occidental,  guiada  por los EEUU., ya descrita anteriormente, de ampliar la crisis en Eurasia y en el Mediterráneo,  busca  evitar la estabilización,  el mantenimiento de la hegemonía pasa por  la militarización de las relaciones internacionales,  implicando a actores locales, además de localizar a otros futuros y probables blancos (Irán, Siria, Turquía) útiles para el arraigo norteamericano en Eurasia, esto  plantea algunas reflexiones,  en  lo que respecta el estado de salud de los EE.UU. y la estructuración del sistema multipolar.
A través de un análisis menos superficial, la agresión articulada  por los EE.UU, el Reino Unido y Francia contra Libia, no constituye un simple caso esporádico, sino un síntoma de la dificultad en que se encuentra Washington para obrar de forma diplomática y con sentido de responsabilidad que es lo que se espera de un  actor global. Esto evidencia el carácter de rapacidad,  que es característico de las potencias en declinación. El politólogo y economista estadunidense David P. Calleo, crítico de la “locura unipolar” y analista del declinar de los EE.UU, observaba en el lejano 1987 que “… las potencias en vías de declinan, en lugar de regularse y adaptarse, buscan afianzar su propio tambaleante predominio transformándolo en hegemonía rapaz” (10). Luca Lauriola,  en su libro Jaque mate a América y a Israel. Fin del último Imperio (11), afirma que, y con razón, las potencias eurasiáticas, Rusia, China e India se relacionan con la potencia que se halla del otro lado del atlántico, a esta altura, “extraviada y enloquecida”, de una manera que no pueda suscitar reacciones, que podrían dar origen a catástrofes planetarias.
Sin embargo, por lo que concierne a la estructuración del sistema multipolar, vale la pena revelar , que éste último, avanza lentamente, no por causa de las recientes acciones americanas en África Septentrional, sino más bien por la actitud “regionalista” asumida por los actores eurasiáticos (Turquía, Rusia y China), quienes considerando el Mediterráneo y Asia Central, sólo en función de sus propios intereses nacionales, no logran apreciar el significado geoestratégico que éstas áreas ejercen en el más amplio escenario conflictual, en los  intereses geopolíticos extra continentales (estadunidenses) y eurasiáticos. El redescubrimiento de un único y grande, espacio mediterráneo-centroasiático, evidenciaría,  el papel de “bisagra” que éste asumiría en la articulación euroafroasiática, aportando  elementos operativos,  para superar el impasse “regionalista” que sufre el proceso de transición unipolar-multipolar.

* Tiberio Graziani es director de Eurasia – Rivista di studi geopolitici (www.eurasia-rivista.org) y de la colección Quaderni di geopolitica (Edizioni all’insegna del Veltro), Parma, Italia. Presidente del Istituto di Alti Studi in Geopolitica e Scienze Ausiliarie (IsAG).
direzione@eurasia-rivista.org www.eurasia-rivista.org


Notas:
(1)     Elena Mazzeo, “La Turchia tra Europa e Asia”, Eurasia. Rivista di Studi Geopolitici, a. VIII, n.1 2011.
(2)     Turquía adhiere al Pacto Otan el 18 de febrero de 1952.
(3)     “Geopolíticamente, Norteamérica representa una isla a lo largo del inmenso continente eurasiático. El predominio de parte de una sola potencia en una de las dos principales esferas de Eurasia –constituye una buena definición del peligro estratégico para los Estados Unidos, una guerra fría o menos. Ese peligro debería ser impedido, aún cuando esa potencia no mostrara intenciones agresivas, ya que, si éstas se tuviesen que manifestar acto seguido, Norteamérica se hallaría con una capacidad de resistencia eficaz muy disminuida y una creciente incapacidad de condicionar los acontecimientos”.
Henry Kissinger, L’arte della diplomazia, Sperling & Kupfer Editori, Milano 2006, pp.634–635.
«Eurasia is the world’s axial supercontinent. A power that dominated Eurasia would exercise decisive influence over two of the world’s three most economically productive regions, Western Europe and East Asia. A glance at the map also suggests that a country dominant in Eurasia would almost automatically control the Middle East and Africa. With Eurasia now serving as the decisive geopolitical chessboard, it no longer suffices to fashion one policy for Europe and another for Asia. What happens with the distribution of power on the Eurasian landmass will be of decisive importance to America’s global primacy and historical legacy.» Zbigniew Brzezinski, “A Geostrategy for Eurasia,” Foreign Affairs, 76:5, September/October 1997.
(4)     Enrico Galoppini, Islamofobia, Edizioni all’insegna del Veltro, Parma 2008.
(5)     Jean Bricmont, Impérialisme humanitaire. Droits de l’homme, droit d’ingérence, droit du plus fort?, Éditions Aden,  Bruxelles 2005; Danilo Zolo, Chi dice umanità. Guerra, diritto e ordine globale, Einaudi, Torino 2000; Danilo Zolo, Terrorismo umanitario. Dalla guerra del Golfo alla strage di Gaza, Diabasis, Reggio Emilia 2009.
(6)     «Un típico descriptor geopolítico es la visión de los EE.UU. como una “isla” geopolíticamente no muy diversa de Inglaterra y Japón. Tal definición exalta su tradición maritima comercial y las intervenciones militares de allende el mar y, como es obvio, la seguridad basada en la distancia y en el aislamiento.» Phil Kelly, “Geopolitica degli Stati Uniti d’America”, Eurasia. Rivista di Studi Geopolitici, a. VII, n.3 2010.
(7)     Nicholas Spykman, America’s Strategy in World Politics: The United States and the Balance of Power, Harcourt Brace, New York 1942.
(8)     «But I have no interest in diplomacy for the sake of returning Lebanon and Israel to the status quo ante. I think it would be a mistake. What we’re seeing here, in a sense, is the growing — the birth pangs of a new Middle East and whatever we do we have to be certain that we’re pushing forward to the new Middle East not going back to the old one», Special Briefing on Travel to the Middle East and Europe, US, Department of State, 21 luglio 2006
(9)     Tiberio Graziani, “U.S. strategy in Eurasia and drug production in Afghanistan”, Mosca , 9-10 giugno 2010 (http://www.eurasia-rivista.org/4670/u-s-strategy-in-eurasia-and-drug-production-in-afghanistan )
(10)  David P. Calleo, Beyond American Hegemony: The future of the Western Alliance, New York 1987, p. 142.
(11)  Luca Lauriola, Scacco matto all’America e a Israele. Fine dell’ultimo Impero, Palomar, Bari 2007.
(trad. di V. Paglione)
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La crisis en Libia y sus repercusiones económico-energéticas en Italia

:::: Alessandro Lattanzio :::: 29 aprile, 2011 ::::
Libia produce 1,8 millones de barriles de petróleo al día (bpd), que proceden esencialmente de un yacimiento ubicado en el extremo occidente del país, el cual se conecta con el principal hub libio situado en Trípoli; el otro yacimiento importante está en la región oriental del país, y sus productos son exportados a través de una serie de infraestructuras colocadas en unas ciudades de la Cirenaica. Casi todo el petróleo y el gas extraídos por Libia,  proceden de estos yacimientos ‘in shore’, o sea terrestres. Este factor reduce los costos de producción, pero aumenta las posibilidades que la inestabilidad política pueda generar graves daños en la industria energética libia. De esto se podría deducir que la existencia de estas dos principales regiones económicas en Libia,  sea la base y la razón de la existencia del dualismo de poderes, de formaciones político-ideológicas,  que hoy se enfrentan violentamente. Si el control ejercitado en Trípoli colapsase, o incluso se debilitase mucho, es probable que se establezca en el país norafricano una situación de crisis e inestabilidad  prolongada. Una tensión y un conflicto que serían alimentados exactamente por la disponibilidad de recursos energéticos exportables al mercado internacional.
El 22 de febrero, después de la interrupción de las actividades extractivas, fue suspendida la erogación de gas y petróleo hacia Italia. El portavoz Eni,  ha afirmado que Italia no tendrá problemas de provisiones para muchos meses, aunque: “hasta que la producción esté  suspendida no podremos enviar gas a Italia. Sin embargo podemos abastecernos con el gas ruso, el argelino y el noruego, por lo tanto podemos satisfacer la demanda con tranquilidad para muchos meses ya que hay mucho gas”. Esta acción se debe sobre todo a la evacuación de una cantidad considerable del personal de las diferentes compañías petrolíferas y gasíferas del país, debido a la revuelta. Libia tiene una población de 6,5 millones de habitantes, un número que no es suficiente para generar la cantidad necesaria de técnicos e ingenieros para administrar su enorme parque energético, aunque el personal libio es competente, de seguro no puede sustraerse de la inestabilidad política interna, así que no puede mantener completamente operativo el sector petroquímico libio. De hecho, solo en el día 21 de febrero, la producción sufrió una reducción de al menos 100.000 bpd, tendencia que podría seguir aumentando.
El principal socio económico italiano en Libia es Eni, que está en el territorio libio desde 1959, desde cuando estipuló el primer contrato con la libia National Oil Corporation, y nunca ha reducido su presencia, ni siquiera en 1969-1970 o a mitad de los años ‘80, los períodos de tensiones más graves entre Roma y Trípoli. Eni extrae cerca de 250.000 barriles al día, es decir el 15% de su producción total; es el más grande comprador europeo de petróleo libio. Además, Eni es el verdadero estratega del proceso de producción y exportación, sobre todo a través del gasoducto Greenstream que enlaza Mellitah y Gela, y que en 2010 ha generado en Italia 9,4 mil millones de dólares en inversiones. Una operación que tenía que llevar Eni a introducirse en otros mercados africanos. Por lo tanto es obvio que si la interrupción del abastecimiento continua, o se crea un nuevo gobierno en Trípoli, eventualmente hostil a Eni, Roma arriesgaría perder este acceso, facilitado, a los recursos energéticos libios; que son un factor esencial, casi vital, para la industria y la economía de Italia en general.
Pero eso no es todo; además de Eni, FIAT también tiene importantes relaciones con Libia, al menos desde 1976, cuando una financiera de Libia, la Lafico, compró el 15% de las acciones de la FIAT, que produjeron, en 1986, 2,6 mil millones de dólares de plusvalías. Además, Lafico se convirtió también en la principal accionista de Retelit, una sociedad italiana de telecomunicaciones.
Según el tratado firmado en Bengasi en 2009, el 100% de las contratas para la realización de infraestructuras está concedido por sociedades italianas, con las consiguientes ventajas fiscales y legislativas. Y en este ámbito, un sector que preveía 153 mil millones de dólares de adjudicatarios, la Impregilo construye tres centros universitarios y parte de la autopista litoral libia, la Conicons moderniza el aeropuerto de Ghat y la Trevi se ocupa de edificar el hotel de lujo al-Ghazala de Tripoli. La Saipem, del grupo Eni, en consorcio con Rizzani de Eccher, Tecnimont y Maltauro, se adjudicó el contrato de 835 millones de euros para la reconstrucción del primero de los tres lotes de la antedicha autopista litoral libia, cuyo valor total es aproximadamente 3 mil millones de euros.
En agosto 2010 Ansaldo Sts y Selex Communications firmaron con la sociedad controlada por los ferrocarriles rusos, Zarubezhstroytechnology, un contrato de 247 millones para los trabajos en el trayecto ferroviario Sirte-Bengasi, mientras en 2009, siempre Ansaldo Sts se ajudicó el contrato de 541 millones para la modernización de las líneas Ras Ajdir-Sirte y Tripoli-Bengasi. Selex Sistemi Integrati, en octubre 2009 había firmado un acuerdo de 300 millones con el General People’s Committee for General Security libio, para realizar un sistema de vigilancia de las fronteras meridionales de Libia.
Por otra parte, los fondos soberanos del Banco Central de Libia, Lybian Investiment Authority y Lybian Foreign Bank, controlan el 7,5% del capital de UniCredit y el 2,01% de Finmeccanica. Los fondos soberanos libios han expresado el interés de adquirir cuotas de Telecom Italia y Terna también. La sociedad aereospacial Agusta-Westland, de la Finmeccanica, en 2007 ha estipulado con Libia una Joint Venture con la Lybian Advanced Technology Company para ensamblar componentes de helicópteros en una instalación libia inaugurada en 2010. Total, el volumen anual de los intercambios entre Italia y Libia había llegado a 15 mil millones de euros en 2008. En 2010 Italia ha exportado de Libia bienes por 2,38 mil millones y ha importado por 10,6 mil millones de euros, de los cuales 7,1 mil millones de productos energéticos.
Se trata de una cuota notable del balance comercial exterior de Italia, que arriesga por un futuro problemático. De hecho, el lunes 21 de febrero, la Bolsa de Piazza Affari indicaba un fuerte descenso de títulos directamente interesados en las vicisitudes libias: Unicredit, Eni, Saipem y Impregilo. Unicredit sufría una rebaja del 5,75%; del 6,17% Impregilo; del 5,12% Eni; del 4,43% Saipem, del 2,06% Snam Rete Gas; del 5,09% Ansaldo Sts e del 4,39% Astaldi.
* Alessandro Lattanzio es redactor de “Eurasia”
Traducción por Daniela Mannino



USA: Hegemonia y decadencia

:::: :::: 5 aprile, 2011
Salió el número 3/2010 de la revista de geopolítica “Eurasia”, titulada “USA: HEGEMONÍA Y DECADENCIA”. El volúmen, está compuesto por 24 artículos por un total de 288 páginas, en el que se trata precisamente de los Estados Unidos, si bien aún potencia hegemónica, pero en fase de decadencia, insertado en el escenario de la transición del unipolarismo al nuevo orden multipolar.
A continuación se presenta una breve lista y un breve sumario de cada uno de los artículos presentes en éste número.

Tiberio Graziani, Los EE.UU., Turquía y la crisis del sistema occidental
Una vez archivado el momento unipolar, el sistema occidental bajo la dirección americana parece haber entrado en una crisis irreversible. El crac económico-financiero y la pérdida de un firme cimiento del edificio geopolítico occidental como el de Turquía,  confirman el fin del estímulo propulsor americano. Los EE.UU., actualmente se hallan en el borde de una decisión extraordinaria: dejar de lado el proyecto de supremacía mundial y, por consiguiente, compartir con los otros actores globales las decisiones en  política y economía internacional, o bien persistir en el proyecto económico y arriesgar su misma sobrevivencia,  en tanto que nación. La elección de una de las dos formas dependerá de las relaciones que se instaurarán, en el corto y medio plazo, entre los grupos de presión,  que condicionan la política exterior americana y por la evolución del proceso multipolar.
T. Graziani es director de “Eurasia”.
Fabio Falchi, El espejo de la sabiduría. Giorgio Colli y el euroasianismo
Este ensayo se propone demostrar, incluso por medio de una concisa exposición de la filosofía teorética de Giorgio Colli, pensador turinés, al que no sólo se le debe el mérito, gracias a sus dotes de “filólogo militante”, de haber entendido el profundo nexo que existe entre misticismo y lógica en la “sabiduría griega”; sino que,  y sobre todo, el modo en que interpreta el pensamiento de los Presocráticos – una interpretación que no es casual, puesto que está caracterizada por múltiples y significativas referencias a la filosofía indú – es de fundamental importancia para el euroasianismo, si se da por cierto que “Eurasia” es, en primer lugar, un “concepto espiritual”. En esta perspectiva, muy poco importa si Colli no pueda ser definido un “euroasianista”, o el hecho de que, con toda probabilidad, él mismo habría rehusado definirse de este modo. Lo que cuenta es el recorrido que su discurso filosófico indica, para así dejar definitivamente en la estacada aquellas obsoletas e “incapacitadas” dicotomías.
F. Falchi colabora con “Eurasia”.
Phil Kelly, Geopolítica de los Estados Unidos de América
El objetivo de este ensayo es el de identificar los diversos elementos que son propios de la geopolítica clásica de los Estados Unidos. En su itinerario se reflexiona acerca de las características espaciales consideradas mayormente relevantes, con el fin de delinear los aspectos tradicionales de la geopolítica norteamericana, más que focalizarse sobre los actuales asuntos internacionales; a pesar de ello se concluye con algunas observaciones sobre la geopolítica contemporánea estadunidense y mundial.
P. Kelly es docente de la Universidad Estatal de Emporia (Texas, EE.UU.), miembro del Comité Científico de “Eurasia”.
Daniele Scalea, Como nació un “imperio” (y cómo acabará pronto)
Los actuales Estados Unidos, en un principio, constituían un conjunto inconexo de colonias de una pequeña isla subdesarrollada; sin embargo, en el lapso de pocos siglos, se transformaron en la primera y única superpotencia mundial. En este ensayo se recorren las razones geopolíticas y estratégicas que llevaron al nacimiento de las trece colonias originarias, a su independencia y expansión por Norteamérica; se examina, por lo tanto, la ascensión de los EE.UU. y de su imperio informal, y como el pasaje del aislacionismo al hegemonismo, el cual no era ineluctable, los está conduciendo a perderlo.
D. Scalea es redactor de “Eurasia”.
F. William Engdahl, La actual posición geopolítica de los EE.UU.
A finales de la primera década de siglo XXI, vale la pena ubicar a los EE.UU. en el contexto de la realidad política, económica y, sobre todo, geopolítica del mundo. A todos los observadores imparciales es evidente que ese gigante emergente que, en 1941, el editor de “Time-Life”, Henry Luce, proclamó ser el alba del “Siglo Americano”, actualmente es, en 2010, una nación y una potencia cuyos cimientos se están desmoronando. En este breve análisis se examina la exacta naturaleza de esa disgregación y sus implicaciones.
F.W. Engdhal es director asociado de “Global Research”, miembro del Comité Científico de “Eurasia”.
Fabio Mini, Proyectos y deudas
Los norteamericanos no están capacitados para reconocer sus carencias y vulnerabilidades: se comportan como si aún controlaran todo el mundo, cuando en realidad han perdido la mayor parte de su autonomía ante corporaciones multinacionales que controlan la economía y frente a las entidades nacionales o transnacionales, con las cuales están endeudados. A las deudas financieras se añaden las políticas, contraídas con aquellas naciones que se han transformado en inseguras por la política de choque norteamericana: Irak, Afganistán, Israel, Palestina, Somalia, Ruanda y también Europa. En este ensayo se explica cómo el poder es la droga que está destruyendo los EE.UU., y como el “Nuevo Siglo Americano” se ha terminado aún antes de haber empezado.
F. Mini es general del cuerpo de ejército auxiliar, ha dirigido la KFOR y el comando sureuropeo de la OTAN.
Eleonora Peruccacci, la evolución de las relaciones EE.UU.-Rusia después de la caída del bipolarismo
La idea –sobre la cual Keohane llamó la atención- que la potencia, antes que sobre los tradicionales atributos de la fuerza militar y la riqueza, actualmente se base en la influencia de las ideas, en la habilidad del empleo de medios como la persuasión y la cooptación , así como en la habilidad de manipular la comunicación de masas, es útil para los fines del análisis propuesto por este trabajo, en el cual se intenta comprender cómo, después de la desaparición del sistema bipolar, se han desarrolado y evolucionado las relaciones entre las dos ex superpotencias mundiales, EE.UU. y Rusia, pasando por las fases de 4 tratados sobre el desarme atómico.
E. Peruccacci, es doctora de Relaciones Internacionales, colabora con “Eurasia”.
Spartaco Alfredo Puttini, China, el mar y los Estados Unidos: el’antagonismo naval chino-americano
La República Popular China,  por el hecho de haber iniciado el proceso de desarrollo de una flota militar moderna,  ha suscitado serias inquietudes en Washington y añade un nuevo elemento de tensión en las relaciones recíprocas. Se perfila la posibilidad de un peligro potencial, en lo que concierne al antagonismo naval de los dos gigantes, lo cual podría representar uno de los elementos más serios y significativos para el orden internacional del siglo XXI. En este trabajo se analiza la elección china, de proyectarse en el campo marítimo, sobre las etapas de modernización de la flota y la importancia que puede adquirir este antagonismo naval chino-americano para el futuro próximo.
S.A. Puttini es historiador.
Chiara Felli, Un milagro para el “nuevo inicio” de Obama
Las relaciones iraelíes-americanas parecen encontrarse nuevamente en una encrucijada: son la balanza de las nuevas negociaciones, para lograr la tan aspirada paz en el Cercano Oriente. En Washington hay un clima tenso, la previsión de doce meses de negociaciones aleja el peligro de un eventual e inmediato resultado negativo, sin embargo abre nuevas problemáticas por lo que se refiere el estado de las relaciones internacionales. Los EE.UU., ¿estarán finalmente capacitados para hacer valer su punto de fuerza como mediadores decisivos? ¿El aislamiento regional de Israel, puede correr el riesgo de agudizarse después de la ciega persecución de estrategias nacionalistas? ¿Estamos realmente próximos al “grande compromiso” y de la calma, luego de un temporal, que se ha prolongado por decenios?.
Felli, es doctora de Relaciones internacionales, colabora con “Eurasia”.
Francesco Brunello Zanitti, Neoconservadurismo americano y neo revisionismo israelí: una comparación
La presidencia de G.W. Bush Jr. fue duramente influenciada por un movimiento político, comúnmente conocido con el término neoconservadurismo, el cual surgió a partir de los años sesenta y ya influyente durante la presidencia de Ronald Reagan. Los neoconservadores, en particular, inspiraron la reciente política estadunidense en el Cercano Oriente. La última década, por lo que respecta la política israelí, se caracterizó por la consolidación del partido de derechas, el Likud, desde sus orígenes ya se presentaba poco propenso hacia alguna forma de compromiso con el mundo árabe. Este trabajo propone una comparación entre neoconservadurismo americano y neo revisionismo israelí, identificando sus numerosas afinidades.
F.B. Zanitti es doctor de Historia de las sociedades y de la cultura contemporánea.
Julien Mercille, la lucha contra la droga en Afganistán: una interpretación crítica
Este artículo presenta una interpretación crítica de la “lucha contra la droga” llevada a cabo por los Estados Unidos en Afganistán desde 2011, en contraposición con la visión convencional propuesta por algunos autores más representativos. La interpretación convencional da por descontado que los Estados Unidos llevan adelante en Afganistán una lucha en contra de la droga, para lograr la reducción del consumo en Occidente y así debilitar a los Talibanes, quienes están intrínsecamente ligados al tráfico de narcóticos. En el curso del artículo se argumentará que en realidad existen pocas muestras de una real y concreta lucha en contra de la droga de parte de Washington. La retórica de la lucha en contra de la droga es, por lo general, motivada por la necesidad de justificar la intervención militar en Afganistán y la lucha contra los grupos insurreccionales que se oponen a la hegemonía americana en la Región, antes que por una auténtica preocupación por  acabar con el flagelo de las drogas.
J. Mercille es docente de la Universidad Nacional de Irlanda.
Matías Magnasco, Geopolítica de los Estados Unidos en el Cono Suramericano
Actualmente la región suramericana es un escenario geoestratégico de gran importancia y lo será aún más para el futuro, por el acaparamiento de los recursos (petróleo, gas y agua dulce) y el despegue de Brasil como potencia regional y mundial. Suramérica tiene que observar con preocupación el retiro de los EE.UU. de aquellas regiones en las que encuentra dificultades, como Irak y Afganistán y también de aquellas en las que Rusia y China han prácticamente derrotado su influencia, ya que esto reabre la posibilidad que vuelva a fijar su atención hacia el patio trasero de su casa y de su mare nostrum (el Caribe).
M. Magnasco es director del Observatorio del Centro Argentino de Estudios Internacionales.
Jean-Claude Paye, La crisis del euro y el mercado transatlántico
La ofensiva actuada por los mercados financieros, contra el Euro, durante los meses de abril y mayo 2010, no constituye un simple episodio de la guerra económica que existe entre los dos continentes. En realidad, ésta representa el síntoma de un cambio geopolítico. La iniciativa de los EE.UU., cuyo objetivo es la desestabilización de la UE, ha sido llevada a cabo mediante la participación de las mismas instituciones europeas, quienes han sacrificado el Euro con la finalidad de reestructurar la deuda griega. Esta convergencia confirma, de parte de sus protagonistas, la elección ya cumplida de querer integrar la Unión Europea en un futuro gran mercado transatlántico.
J.-C. Paye es sociólogo y ensayista.
Ivan Marino, “Nabucco” en contra de “South Stream”
El gasoducto “Nabucco”, anhelado por los EE.UU., es el resultado de elecciones más bien políticas, que económicas y, particularmente, posee como principal objetivo el de evitar el paso por el territorio ruso y, por consiguiente, contrastar los intereses de Moscú; pero la elección del “Nabucco” podría ser peligrosa para la misma seguridad energética de la Unión Europea. La disyuntiva del “South Stream” de parte de Italia, adquiere un valor estratégico objetivo. El trabajo evalúa a largo plazo el peso estratégico de esta opción en el complejo diálogo UE-Rusia.
I. Marino coordina el Observatorio sobre el Sistema Polítitico-Constitucional de la Federación Rusa.
Fabrizio Di Ernesto, Las bases USA y OTAN en Europa
Después de más de 60 años de haberse concluido la II Guerra Mundial, a Europa le cuesta recuperar su propia autonomía política y militar. Esto se debe principalmente a la ocupación forzada, que aún sufre de parte de los EE.UU. a través de la OTAN, la alianza militar surgida en 1949 y que con el tiempo se ha transformado en el verdadero brazo armado del Pentágono. Durante los años de la Guerra Fría, Washington justificaba esta presencia, con la necesidad de defender los propios intereses en contra de eventuales ataques de parte de la Armada Roja y del Pacto de Varsovia. En la actualidad este pretexto se torna cada vez más anacrónico, desde la Casa Blanca continúan a respaldando la necesidad de esta militarización forzada, atrincherándose detrás del espantajo, representado por el actual terrorismo islámico. Esta presencia determina también varios problemas, resumidos en el presente ensayo.
F. Di Ernesto es periodi stay ensayista.
Stefano Vernole, La extraña historia de los “International Money Orders”
Según la opinión de algunas fuentes, en los primeros meses de 1992 el gobierno norteamericano elaboró una sofisticada operación económico-financiera, haciendo uso de los fondos de los contribuyentes americanos, por motivos no confesables. El dinero, teóricamente destinado para una operación “humanitaria” en Bosnia Herzegovina, sucesivamente habría sido utilizado en gran parte para financiar la campaña electoral de Bill Clinton y para pagar las deudas contraídas por el financista, saudí,  Adnan Kashoggi, con la oficina de suministros de la JNA (Armada Popular Yugoslava), pero en un segundo momento entró en circulación para ser empleado en las más diversas operaciones económico-financieras.
S. Vernole es redactor de “Eurasia”.
Tomislav Sunic, In Yaweh we trust: la política exterior “divina” de los EE.UU.
Al comienzo de la aspiración norteamericana de querer “asegurar la democracia en el mundo” se halla, principalmente, el mensaje bíblico. Cualquier cosa puedan decir los críticos europeos acerca de los EE.UU., la intervención militar estadunidense no ha tenido nunca como objetivo único el del imperialismo económico, sino  más bien el deseo de difundir en el mundo la democracia norteamericana. Quienquiera pretender aventurarse a desafiar militarmente a los EE.UU, sufre el riesgo de ser expulsado de la categoría de la humanidad o, por lo menos, quedar marcado como terrorista. Una vez que una persona o una nación haya sido declarada ajena al género humano o terrorista, se puede disponer de ella a voluntad. El elemento ideológico en la historia de la política extranjera norteamericana está delineado en este ensayo, versión reexaminada y corregida del homónimo capítulo del libro Homo Americanus: Child of the Postmodern Age (2007).
T. Sunic ha sido diplomático croata y profesor universitario en los EE.UU.
Kees van der Pijl, Ideología transatlántica y capitalismo neoliberal
En este ensayo se enfrentan tres problemas: el primero tiene que ver los orígenes de la ideología occidental, una ideología caracterizada por el individualismo posesivo, por la libertad de empresa, por la explotación intensiva de la naturaleza y que, con fervor misionero protestante, reivindica la validez universal hacia estos principios. Sucesivamente el autor focaliza la atención sobre cómo el neoliberalismo surgió como expresión radical extrema de la ideología occidental, y haya permitido al capitalismo transformarse en una máquina estafadora,  en la que en los últimos treinta años ha sido arrastrada toda la economía mundial y que sólo en la actualidad ha sufrido un compás de espera. En fin, se proponen algunos elementos esenciales del desarrollo a través de los cuales Ucrania y, tal vez, Rusia, Bielorrusia, Kazakistan y otros, podrían quebrar la actual estrategia de servil adaptación a la economía neoliberal, la cual los ha damnificado en extremo, e interrumpir la absorción de la ideología occidental, tan contraria a sus tradiciones, y emprender, sin embargo, una estrategia común que aune su singular experiencia con la de la forma de un Estado multinacional y con elementos de economía planificada de la que ellos, más que cualquier otro, conocen virtudes y defectos.


     Paolo Bargiacchi,  
Una crítica a la teoría de la negación deJohn Bolton
En los Estados Unidos la idea (absolutamente minoritaria) de que el derecho internacional no existe y aquella (más difundida) de que las normas internacionales tradicionales vinculan sólo a los Estados que las acatan, encuentran un raíz común en el impropio parangón que existe entre realidad (y derecho) internacional y realidad ( y derecho) interno que, a su vez, es una directa consecuencia del positivismo austiniano,  el cual, incapacitado de poder captar la autonomía de la realidad política y jurídica internacional con respecto a la interna, erróneamente utiliza lógicas, metodologías y categorías del derecho interno para analizar el espectro internacional. Un ejemplo de este modus procedendi proviene de J. Bolton, quien cuando se pregunta si «Is There Really “Law” in International Affairs?», concluye que «international law is not law». En este trabajo se desarrolla una crítica teórica general y empírica de sus tesis.
P. Bargiacchi es docente en la Universidad Kore de Enna.
Alessandro Lattanzio, Las fuerzas nucleares de los EE.UU.
Las fuerzas estratégicas norteamericanas las cuales, desde 1990, no representan más la espina dorsal de la potencia militar estadunidense, papel que, sin embargo, se transfirió a la fuerzas de proyección (Portaaviones, divisiones aerotransportadas y de los marines, aviación táctica), ha sufrido una notable reestructuración cualitativa y, sobre todo, cuantitativa. Pero esta reducción se ha vendido con eficacia en la mesa de las negociaciones internacionales concernientes el desarme nuclear. Con la reciente ratificación del tratado START II, las fuerzas estratégicas norteamericanas se estabilizan con 500 ICBM, cabezas de misiles; con 14 SSBN, cada uno dotado de 24 SLBM; y, en fin, con 96 bombarderos estratégicos. El déficit de balance, los gastos debidos a la guerra de Irak y de Afganistán, la prioridad hacia otros programas, entre los que se halla el llamado escudo antimisil de teatro y la crisis financiero-económica de los EE.UU., probablemente truncarán los ya residuos programas de modernización del arsenal estratégico norteamericano.
1.      Lattanzio es redactor de “Eurasia”.
Claudio Mutti, Pietro Nenni en contra del Pacto Atlántico
Interviniendo en el debate parlamentario que habría asignado un crisma democrático a la adhesión italiana al Pacto Atlántico, el secretario del PSI hacía notar como la inclusión de Italia en el grupo de los países atlánticos viola las más elementales normas de la geografía y de la historia. Además, él ponía en duda las justificaciones políticas de una tal adhesión: Italia, asociándose a la superpotencia estadunidense, que “con respecto a los EE.UU., es lo que San Marino representa con relación a la Comunidad Europea”, en vez de hallar una garantía de independencia, en realidad habría reducido aún más su propia soberanía, ya gravemente limitada por el estatuó internacional que los vencedores del segundo conflicto mundial le habían impuesto.
1.      Mutti es redactor de “Eurasia”.

Erika Morucci, 1991-2003: pruebas generales de una superpotencia
Durante los veinte años sucesivos a partir de la Primera Guerra del Golfo hasta hoy en la Casa Blanca se han sucedido diversas administraciones, imprimiendo diferentes direcciones a la política exterior americana. A parte esto, han sido años decisivos para un nuevo curso histórico que, desde la Guerra Fría, ha abierto las puertas hacia una realidad cuyas facetas han sido escondidas por mucho tiempo y alimentadas a partir de la cortina de hierro, la cual había dividido el mundo. Para los Estados Unidos se abrieron amplias perspectivas: Ellos se comportaron como si ya estaban seguros de alcanzar una primacía, hasta empujar esa condición hacia la búsqueda angustiosa de un poder global. El multipolarismo del escenario internacional ha surgido con toda su fuerza en la consolidada presencia de otros actores, entre ellos los rusos, los chinos, los europeos, de modo que en la actualidad la perspectiva es aquella de defender una ventaja y no la de guiar el mundo.
1.      Morucci es doctora de Relaciones Internacionales.

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