Redacción Noticias al Día
Chinos y Nachos:
una aproximación
antropológica
En Venezuela, ha habido
tres especies fundamentales en la fauna política y social nacional en era
reciente. Estos son los chavistas, los escuálidos y los “Chinos y Nachos”. Ha
habido en los últimos años un particular patrón de migración y ocupación del
hábitat de los unos en detrimento de los otros. Esto ha preocupado a los
interesados en la materia.
En esta oportunidad,
estudiaremos a los Chinos y Nachos conocidos como “Escuálidos enchufadus en el
Gobiernus”. Son especímenes particularmente curiosos, una variante
perteneciente a la familia del “Homo escuálidus recalcitrantis” que conocemos
popularmente como “Escuálido”. Por eso, intentamos hacer un breve análisis
etnográfico para entender a este espécimen, caracterizado por “andar en un lado
y chupando del otro” con quienes los chavistas compartimos el hábitat de la
vida nacional. Veamos:
En mi oficina hay un par
de Chinos y Nachos. Son de esa gente que odia su lugar de trabajo, los afiches
de Chávez, la ropa roja, la labor que les corresponde hacer y que suelen hacer
de muy mala gana, cuando la hacen. Son de esa gente que abiertamente ha apoyado
a Capriles, y que aspira a ser jefes de la oficina “cuando al fin se acabe esta
mierda”, dicen. Por tener que lidiar con la “tortura” de estar rodeados de lo
que odian, asumen que debemos ser considerados, condescendientes con ellos y
cederles espacios, “por ser venezolanos”, dicen.
Hay una plaga de Chinos
y Nachos, al punto que es altamente probable que se les vea manejando un Chery.
Ya que esa cuestión es ahora manejada por militares, por razones que la ciencia
aún no logra explicar, ellos tienen una facilidad tremenda para tener círculos
sociales tremendamente Chinos y Nachos, familiares, amigos, panas, hermanos de
la esposa, de la querida, todos Chinos y Nachos. De ahí que cada vez que vemos
un Chino y Nacho en un Chery, dirá: “Lo conseguí porque tengo buenas
conexiones”. Los chavistas somos “enchufados”, los Chinos y Nachos gozan de
buenas “conexiones”.
Los Chinos y Nachos
suelen ser gente bien elocuente. Se les puede ver en la colita pa’l crédito en
cualquier sede de un Banco de Venezuela en el país. Como grupo social o tribu
urbana (según la visión antropológica o sociológica con que se les mire),
tienen rituales afines en hábitos de consumo. Por razones casi incomprensibles,
suelen tener muchos de ellos, ejemplares de televisores de la marca Haier. En
muchas ocasiones se les ve usando computadoras VIT o llevando en sus bolsillos
algún dispositivo mobil inteligente marca VTelca.
Los casos de Chinos y
Nachos en grandes manadas son similares a los comportamientos migratorios de
muchas especies que viajan al sur en períodos de invierno boreal. Pero en este caso,
los vemos en temporadas vacacionales viajando en sus vehículos e instalándose
de manera masiva en esos santuarios para Chinos y Nachos llamados Hoteles
Venetur. En algunas ocasiones son vistos quejándose, pero al mismo tiempo
disfrutando de los servicios del teleférico Waraira repano, o acomodados muy
cómodamente en el área VIP de los nuevos yates rápidos de la estatal Conferry.
Conversando sobre
política, economía y sociedad, siempre críticos e inconformes, ácidos en su
crítica, los vemos socializar entre sí. Es un ritual que suele ocurrir en los
aviones de Conviasa, rumbo a algún destino tropical, no tanto para rituales con
fines de apareamiento, sino con fines de cadiveo.
Se sabe de la existencia
de Chinos y Nachos bajo el nombre de contratistas, haciendo fabulosos negocios
con el Estado venezolano. Al parecer, es el Estado una de sus principales
fuentes de financiamiento de su estilo de vida particular. De allí que su
población no se ha visto diezmada, sino más bien multiplicada en los últimos
años. De hecho, lo típico es a veces, cuando un espacio está disponible no sea
ocupado por un chavista, porque ya hay un Chino y Nacho en él. Sucede en muchos
casos.
Los Chinos y Nachos, por
cuestiones evolutivas propias de la política, han aprendido el arte del
camuflaje, haciéndose pasar por camisas rojas, cuando son camisas blancas o
amarillas por debajo y con el bolsillo verde. No tienen escrúpulos si hay
dinero en medio. Figuran casi en cualquier espacio y hacen alarde de llegar a
sitios “adonde los verdaderos rojos no han llegado”. Parece un fenómeno similar
al de las migraciones por holandeses, escoceses, ingleses e irlandeses en el
indómito oeste norteamericano. Se llevaron a muchos por delante para llegar
hasta el Pacífico, así como los Chinos y Nachos hacen para llegar a Miraflores.
Suelen tener una ética
cuestionable, pues suele ser gente que practica la guarimba, asesina, o en todo
caso, apoya y celebra ciegamente el asedio y asesinato de otras personas. A fin
de que tal cosa “desestabiliza el régimen” incurren en el absurdo de la
confrontación generalizada, y asumen que su acción es legítima. Su lógica puede
ser tan absurda que un “alambre degollador” puede ser visto para ellos como un
instrumento de paz. Mediatizados e idiotizados, los Chinos y Nachos apoyan lo
que cualquier persona con mente sana no apoyaría, como eso de la confrontación
abierta a sangre y fuego entre hermanos, intentar deponer un Gobierno para
luego “ir luego detrás de todos los malditos chavistas”.
Ha habido problemas
entre los chavistas y los Chinos y Nachos recientemente. Puntualizo ahora las
razones de este estudio.
Los Chinos y Nachos
hacen alarde en la cara de los chavistas de lo mucho que ellos logran a
expensas de los propios chavistas. Es casi una conducta generalizada que casi
siempre tiene como respuesta el “Es que yo también soy venezolano”.
Normalmente, los Chinos y Nachos asumen ese discurso en circunstancias duras y
horrendas que se han vivido en el país, generadas por sus líderes Chinos y
Nachos. Golpe de abril, sabotaje petrolero, muerte de Chávez, guarimbas, etc.
Siempre dicen que hacen lo que hacen “porque son venezolanos”. Hacen casi
cualquier cosa, apelando a derechos democráticos, “porque son venezolanos”.
Los Chinos y Nachos
suelen aparecer en conciertos financiados por el Gobierno chavista. Eso no
tiene nada nuevo. El asunto es que lo hacen luego de fijar partido a favor del
fascismo, en el pleno desarrollo de una horrenda oleada de guarimbas en el
país, donde murieron 43 venezolanos(as) este mismo año. En épocas sensibles
como esa, los venezolanos vimos quiénes fijaron qué postura para no olvidarla,
para saber quién es quién. Pues nuestra desmemoria colectiva ha sido una
repudiable carga histórica con la que nos ha tocado lidiar. Esta vez no
queremos olvidar, como olvidamos en abriles del pasado.
En momentos tan duros
como ese, que Chinos y Nachos asumieran la postura que asumieron, y que tal
cosa se olvide con el pretexto de que “es que todos somos venezolanos”, es
reprochable. Que se les incluya en conciertos por el pretexto de que su
“música” es para todos los gustos, hace parecer que no existiera la especie de
los “Oscarcitos” y otros tantos por ahí, cantando con dinero del Gobierno en el
bolsillo. Si analizamos, su música es casi idéntica de patética a la de Chino y
Nacho, pero ese no es el tema en estudio. En todo caso, los Chinos y Nachos no
son indispensables en esta oportunidad.
El problema no es tanto
la aparición de los Chinos y Nachos en espacios privilegiados financiados por
el Gobierno. El problema es que en casi todos los ámbitos de la vida pública
nacional, hemos dado espacio, cedido derechos, dado beneficios y hasta
privilegios a una gente que ha atacado al chavismo, desde adentro, con todo lo
que tiene cuando lo han hecho.
Son gente que aún a
expensas de los “espacios de pluralidad” que genera el chavismo, lo único que
desea es la desaparición de la vida política del contrario, su desplazamiento,
su fracaso, para ellos asumir el lugar que creen merecer creer. Lo triste es
que para darles a ellos lo que ellos asumen que “es de ellos”, hay que hacer a
otros de lado. Si bien los derechos fundamentales y beneficios del Estado de
bienestar deben ser para todos, ya sería momento de cuestionar a los que se
benefician de tales cosas pero que al mismo tiempo intentan desmontarlas,
jugando pa’l equipo contrario.
Nosotros no tenemos que
abrirles las puertas en conciertos a los Chinos y Nachos para probar que no
somos como ellos. Nosotros no somos igual que ellos, es que eso ya lo sabemos.
Los chavistas y los Chinos y Nachos, no somos la misma cosa, nunca hemos sido
la misma cosa, somos grupos societales clasificados como distintos por tener
orientaciones políticas distintas. Tenemos 15 años y desde antes, demostrando
que no somos igual que ellos. Pero una cosa es no ser como ellos, así de
plastas como ellos, y otra, llegar al colmo de lo pendejo. Ya basta.
En tiempos de confusión
e incongruencias, la respuesta no debe venir para acallar a la manada chavista por
fijar postura contra los Chinos y Nachos. Lo sano es cancelarle el concierto a
los Chinos y Nachos y decir: “Nos equivocamos. A esa gente ni agua”, o decir
algo más bonito, una explicación de otro tipo, “ellos cancelaron”, “les salió
otra vaina en Miami”; en fin.
Finalmente concluimos
con esta investigación, llamando a las autoridades a quienes compete el asunt,
para que tomen las medidas de preservación de los espacios, a los fines que se
agilicen las medidas correspondientes a mantener a los Chinos y Nachos
contenidos en sus espacios habituales, pues hemos demostrado que ya han
invadido los de los chavistas de manera desmesurada y eso no ha significado
políticamente nada positivo para el chavismo, sino más bien su desmoralización.
Ese es el problema de fondo, pues lo que suceda en un concierto con Chino y
Nacho, es una muestra de lo que ya ha ocurrido con rutina en muchos otros
ámbitos.
Sobre Chino y Nacho, los
cantantes, creo que no se les debería dar espacio en el Festival Caracas Suena.
Más bien creo que deberían estar presos, pero más que por su payasada en la
época de las guarimbas, por su música mierdera y denigrante, forma de vestirse
y mal gusto. Pero en fin, somos una sociedad tolerante que apoya y aplaude a
aquellos que logran cosas y que tienen algún compromiso cognitivo, personas sin
ética que andan pendientes de recibirle real a los que atacan. Pero ese es un
tema de gustos musicales, así que mejor lo dejo así.
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